A unos les habrá gustado mucho, a otros algo menos e incluso a algunos, nada, cada uno evidentemente, es libre de pensar lo que quiera, pero nadie me negará la belleza de las siguientes palabras dedicadas a los costaleros:
Les cabe bajo el brazo el equipaje
para su larga y dura travesía.
La fuerza sacará que no tenía
el músculo. Más nervio, y más coraje.
Y el alma, que sin alma, este viaje
no lo soporta nadie, nadie iría
en la ciega galera de una umbría
remando con los pies en oleaje
de un mar urbano con brillo de cera,
obediente a una voz seguiriyera
y a un golpe de martillo que motiva,
si al levantar el paso no pensara
-rebosante la fe, la entrega clara- que
es Cristo o es su Madre quien va arriba.
Porque tú, muchacha, has de saberlo. Has de saber que…
Anda por sus pies el Cristo
y anda por ellos María.
que andar sin ellos sería
ir de gracia desprovisto.
Por eso, Señor, te insisto:
hazles de santas maderas,
un cielo donde Tú fueras
capataz que iguale nombres.
Un cielo para esos hombres,
¡Pero con trabajaderas!“
Del Pregón de Antonio García Barbeito, 2010
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