miércoles, 9 de julio de 2014

El Secreto

Os voy a pedir un par de cosas antes de que empeceis a leer esto. Os voy a pedir como otras veces que le deis al play del enlace de audio y que cerreis los ojos, conteis hasta 17 segundos con los ojos cerrados imaginando que durante ese tiempo vuestra Madre llega a donde estais y la veis, le dais un beso y un abrazo justo cuando pasan 17 segundos, abrid los ojos y seguid leyendo.


Y allì ocurriò, y allì sucediò otra vez como muchas otras veces surgieron cosas parecidas, como muchas otras veces, cada año, ese sitio especial està ligado a nuestras Madres y a nuestras Abuelas. Por eso allì se levanta siempre por Ellas, por eso tocamos el Cielo con la mano acordàndonos de las que no estàn.

Quizàs muchas otras veces, ese sitio ha servido de limite para pasar de ser un niño a ser un Hombre del Hijo de Dios.

 Esta vez tambièn sirviò para marcar la frontera màs bonita que se puede cruzar en la vida para una persona, en este caso dos: Un hijo y una Madre.

Ella estaba allì, viendo venir al Señor que desde hace casi cuatro años no pasaba por la Puerta de Carmona, casi cuatro años que parecen que ese momento estaba siendo esperado, casi cuatro años en los que esa Bodega en la que los hombres de ese barco andan con sus corazones y en los que el cìngulo del Señor ha actuado como metrònomo, como segundero del reloj que marca nuestras vidas, su Vida, sus Vidas, llevaba un Secreto en su interior.

Chicotà tras chicotà ese Secreto fue cada vez estando màs cerca de ser revelado, cada esfuerzo, cada gota de sudor, cada levantà y cada arrià seguro llevaban la emociòn de un hijo por llegar al encuentro de su Madre.

Casi siempre ocurre al revès, las Madres van a buscar a sus hijos y siempre sentimos la ALEGRÌA de todos esos familiares de cualquier miembro de nuestra Cuadrilla que se acercan a uno de los relevos o simplemente nos encontramos por el recorrido de nuestra Estaciòn de Penitencia.

Esta vez, Ella desconocìa que su hijo iba en su bùsqueda en cuanto saliera del relevo. Tenìa algo que contarle, tenìa algo que decirle.

Al encontrarse, los besos y abrazos detuvieron el tiempo para centrar sus miradas en esa Madre abriendo la estampita del Señor que le traìa su hijo, algo iba en su interior, el fruto del vientre de Raquel, allì, la primera foto de su nieto o nieta habìa estado por primera vez junto al Señor para llevàrselo a Ella y anunciarle como un Gabriel de nuestra època que esas 9 Trabajaderas, una por cada mes, llevaban un mensaje para una Madre que dejarìa de ser Madre, sin abdicar, para convertirse en ABUELA, ABUELA DE LA CALZÀ!!!


Muchìsimas Felicidades a nuestros Hermanos Fèlix y Raquel, ya mismo le vemos la carita.

jueves, 3 de julio de 2014

En tan sòlo una mirada...

Sevilla, que sabe tanto de sus cosas, siempre quiere lo mejor para sí misma, por eso tiene una Plaza con encanto y sabor a Imperio comandado por los Romanos a las ordenes de un tal Poncio Pilatos. 
Así es, ese es el nombre que recibe esta vieja Plaza que guarda tanto secretos, leyendas e historias.
Desde esta plaza es donde da lugar el inicio hacia el calvario sevillano, hasta ese Monte del Gólgota situado en Luis Montoto, en concreto finaliza en el Templete de la Cruz del Campo.
Así es como nos lo cuentan, que existen los mismos metros que anda Jesús con su Cruz, desde la Puerta de la Casa de Pilatos hasta el Gólgota.
Allí en esa Plaza es donde Zurbarán pinta ese cuadro inédito de los sueños sevillanos. Allí, èl espera un año entero soñando como el Hijo de Dios pasarà y volverá a recrearse en su lienzo.
Y allí, yo sentí la dulzura en una mirada, sentí el abrazo que sòlo tú puedes dar, sentí ese alivio que sòlo la textura de piel transmite. Me sentí arropado, fueron escasos minutos pero ante tanta multitud sentía en mi soledad ese reencuentro a escondidas entre tú y yo.
Un amor como dos jóvenes, una plaza de Sevilla por testigo, la luna de centinela y una música especial para amenizarlo. Este Martes Santo que no olvidarè por sencillas razones, completaste con aquel momento de emoción el sueño del que no había despertado desde las 4 y media de la tarde.
¿Es verdad que con una mirada sienta eso? Pues sì… así fue, y se marchò el momento en un suspiro que me quitò de la mano esa ternura que se colocó a mi lado. Tú que me diste un sitio privilegiado, que no pides nada a cambio, que fuiste castigado. No busques entre mis líneas el dolor del consternado, solo pido el perdón de esas veces que te fallado.

Para el tiempo otra vez, llévame a esa Plaza de Pilatos para buscarte nuevamente, déjame sentir como aquella primera vez que las manecillas de mi reloj tintineen al compàs del tambor que alivios no encuentro para este dolor que vacìo me deja cuando no puedo mirarte de frente como lo hice esa última noche entre tus brazos, Señor mío de la Presentación.

Texto: Juan A. Ortiz Izquierdo
Foto: Juan A. Moreno