miércoles, 3 de noviembre de 2021

Querido hermano...

"Querido hermano..." Siempre por estas fechas seguro que los golpes de teclas de tu antigua máquina de escribir ya estaban preparando con esas palabras iniciales la Carta más deseada por cualquiera de tus cientos de hombres que pasaron por tus manos.
Hoy seguimos viendo raras muchas cosas y esas lágrimas que recorren cada rincón del barrio, cada esquina, cada sitio en los que nos hubiéramos encontrado contigo se convertirán en Alegría cuando compartamos el dolor y los recuerdos por fin con tu Familia.
Hoy será un día duro en La Calzá pero una vez más, a tus órdenes, se congregarán muchos hombres cerca del Señor, cerca del Hijo de Dios.
Quedan pendientes charlas sobre el Madrid de tu Madre, sobre aquellos cálculos que había que hacer para comprar clavos, puntillas y alambres con los que terminar alguna labor de priostía en nuestra Hermandad, quedan muchas copas con las que regar todos los recuerdos que tú aglutinabas en tu prodigiosa memoria y dieron pie a constituir este Blog donde poder ir recogiéndolas.
Siempre has ayudado a crecer a todos como hermanos de San Benito, como Costaleros, como personas, como hijos. Siempre has sido referente para muchos, con tus formas y maña, siempre, querido hermano.
Hace poco corroboraba con algún trabajador de Sevillana, éso que siempre nos decías de saberte de memoria el plano eléctrico de la Feria de Sevilla. Admiración en tu lugar de trabajo también.
Han pasado trescientos sesenta y tantos días para poder reconocerle a tu Familia lo que tú has sido y eres en nosotros. Ellos lo saben, estoy seguro. Poco a poco hemos ido encontrándonos con tu Dori, con tu Carlos, con tu Fátima, con tu Jesús y con tu Reyes. Impresiona ver lo injusta que ha sido esta maldita pandemia con muchas Familias y con la vuestra lo ha sido.
Uno no puede asimilar que no estés porque no es así. Yo me hago la idea de que estás por Rota, de que vas de viaje con tus hermanos de Valvanera al Monasterio, yo creo que te veremos cualquier día viniendo del Centro del Consejo, de una reunión.
Estás, sigues aquí y quizás mañana, esas palabras las volvamos a decir cuando muchos nos encontremos alrededor de algo tuyo, "...querido hermano..." y nos abracemos con la Alegría de saber que mirarle a la cara a tus hombres siempre fue como mirarle la cara al Señor.
Tu manera de despedir tus cartas antes de tus postdatas cerrarán esta chicota larga y dura que nunca merecisteis tener que darla tan sólos.
Aquí seguimos, aquí siempre estará tu Cuadrilla.
"Sin más, recibe un fuerte abrazo en Cristo, Nuestro Señor"

martes, 2 de noviembre de 2021

El Ángel de la Guarda

 


Se escuchan tres golpes secos y entre el murmullo de la gente, se escucha una voz: ¡Callarse que han “llamao”!
Buenas tardes, Carpintero: Necesito material para hacer una igualá.
¿Una igualá?, pregunta el carpintero.
 Pasa, cuéntame éso de la "igualá" y veremos en qué te podemos ayudar.
 Mientras se produce la conversación, un niño juega en un rincón de la carpintería. "Mi hijo", comenta el carpintero, ahí se pasa las horas. Lo mismo lo ves con los brazos en cruz, que con un madero sobre el hombro, pero lleva un tiempo diferente. Ahora siempre lleva la carita cabizbaja, como humillado y triste, con un andar diferente, lo mismo lo ves andando como un viejecito que te hace una cosa con la pierna izquierda. Algo así como echándola hacia delante para con la otra ponerla al lado o ponerla por delante. Lo mejor de todo ésto es cuando viene la gente y todos se arremolinan alrededor de la carpintería para verlo. Cuando el crío echa el izquierdo hacia delante los amigos le gritan "¡Ole!" y él da otro izquierdo y se oye otro "¡Ole!" y otro más y otro ¡ole!... y así hasta que cambia el andar como  si quisiera irse, pero no se va. 
Hay veces que un vecino desde una ventana se arranca por un cante y los amigos se callan, como si molestar no quisieran.
 En medio de la conversación, una niña se acerca. Una niña pequeña que con unas zapatillas de esparto y agarrándolo de la mano le da las gracias. 
"¿A mí, por qué?", pregunta el cliente.
 "No lo sé pero gracias", contesta la niña.  "¿Lleva mucho tiempo el crío así?", pregunta el cliente.
"Ahora hace un año", contesta el carpintero.
Se escucharon tres golpes secos y, entre el murmullo de la gente, se escuchó una voz: "¡Callarse que han “llamao”!" Y al abrir las puertas estabas tú, él que cada Martes Santo se convertirá en nuestro ÁNGEL DE LA GUARDA.

Miguel Ángel Braganza Jiménez