Llega ese último Martes donde la larga Primavera que se nos hizo noche fría y oscura otro Martes, el Grande, se convierte en sueño de nuevo que, con las persianas bajadas y la luz tenue de la claridad estival nos dejará jugar, como a Jesús Ochoa con su Paso, con nuestras ilusiones que regresarán entrando por las ventanas, colándose por debajo de la puerta de nuestras casas cuando menos os deis cuenta.
Cuántas penitas guardaremos dentro de nuestro corazón con tan sólo el consuelo de que allí, al final de esa escalera, pronto estaremos de nuevo renaciendo nuestras chicotás soñadas.
Arderán de nuevo nuestros corazones, hermanos, cuando la vida regrese de nuevo a nuestros Salones, a nuestro Almacén. Si por el camino necesitais de nosotros, agarrad nuestra mano, dejad que cualquiera de nosotros os meta el fuego en los cinco sentidos, ahí estarán Los Pilateros.
Llegará de nuevo el día en que el Pueblo condene o perdone, que revienten las Calles y nuestras Plazas, que tiemble el mármol de nuestra casa. El Martes Santo resucitará, florecerán nuestros recuerdos y volveremos a donde fuimos felices, siempre se vuelve.
Volveremos a donde nos hicimos Hombres, donde encontramos Compañeros de por vida, donde vivimos momentos dulces y con el paso del tiempo, también vivimos el amargo de los momentos de la partida a la Casa del Padre antes de tiempo de algún Familiar, Compañero o Amigo.
Volveremos a llorar de pena y de Alegría en ese mismo escenario que hoy echa el faldón por unos días. Regresaremos de nuevo cuando el incienso revive nuestras brasas para volver a Casa.
La vida nunca se detiene, no paran ni las horas, ni los días, ni los meses… ni los Siglos aunque este año se paró nuestra Primavera, ésa que pensábamos iba a devolvernos aquello robado como el Mes de Abril de Sabina.
Cuándo renazcamos agarraos a la Vida como un sueño, volved a ser niños otra vez y avivad el fuego de vuestro deseo.
Levantad, saltad, caminad y disfrutad que la vida nos da a todos otra oportunidad.
Dadle Amor y Cariño a cada Hermano que tengáis a vuestro lado.
Abrazad el palo con el corazón y vivid cada Chicotá hasta exprimirla porque ninguno sabemos cual es la última.
Y si de lo que queda atrás guardamos algo, compañero de mi alma, (Arriba el Hijo de Dios) es recordar la vida eterna que a tu lado nosotros vivimos.
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