jueves, 11 de noviembre de 2010

Celeste y Crema

Me manda nuestro Hermano Javier Vèlez este texto que se ha publicado en el Boletìn de la Hermandad de San Esteban. Yo os invito, con el permiso del autor que no conozco, a que leais y veais los sentimientos de un cofrade de Sevilla hacia el Hijo de Dios.

MI MARTES SANTO EN UN ROJO, ROJO CLAVEL .
Anécdota acaecida el Martes Santo de 2010
Cuando ya el celeste telón de un Martes Santo había caído,
cuando ya habían sido derramadas las lágrimas de un Cristo por las calles de Sevilla,
cuando ya las dentadas puntas de una ojival puerta habían acechado a la plata de un palio y a una carita morena que no “se pué aguantá”,
cuando ya mi punzada en el cuello ya sólo era eso... un recuerdo de su dulce carga,
cuando ya la memoria escogía el camino más corto para herirme en el terreno de los recientes recuerdos para siempre.
Era ya el momento, todo un año se hacía ancha Castilla para volver precisamente, a vivir lo vivido... ese que es... Nuestro Martes Santo.
Entre mi enrollado costal portaba algo deTi... un rojo, rojo clavel, que como la vida misma iría con el irremediable paso del tiempo marchitándose.
Un clavel al que envidiaba por haber estado tan cerquita de aquel que es La Verdad Suprema, de haber podido escuchar sus lamentos, sus marchas, sus “levantás”, haber atendido sus susurros... tan cerquita...Y además, como el color de su clámide, de púrpura venías vestido.
Y ante este final de tan mágico día, recorriendo mis pasos de vuelta a casa, saboreando paso a paso lo que justamente acababa de vivir, a lo lejos, escuchaba el andar de un Cristo que es Presentado a su Pueblo... Sevilla.
Parecía que me llamaba hasta Muro de los Navarros donde me encontraba. No tuve más remedio, que ante la presencia de su cercanía acercarme a saludarlo. Quise tenerlo cerquita, por lo que entre la marea de devotos me hice hueco para tenerte, frente a frente.
Estaba claro que por una u otra causa mi Martes Santo aún no acababa de terminar, porque ocurriría precisamente el detalle más bello de mi Estación de Penitencia.
Paraste antes de salir del barrio de la Puerta Carmona. A mi lado el capataz que con elegancia es capaz de mandar una treintena de hombres y saber cómo se puede presentar a Dios en la misma “Calzá”. No pude resistirme, pero saqué de mi enrollado costal ese clavel y tomándolo se lo entregué al capataz: diciéndole "…de mi Cristo para tu Cristo…".
Esas fueron mis palabras y él se había dado cuenta por la sudadera con mi bordado escudo de que era costalero de San Esteban, entonces cogió el clavel y como flecha que fue a lanzar, lo fue a mandar justo a los pies del Señor de la“Calzá” bajo la atenta mirada de Pilato, que no pudo resistirse y se volvió para ver que a los pies del Señor habían dejado un clavel de suVecino... el Señor de San Esteban.
Mi rojo, rojo clavel fue quedándose dormido mecido al son de los costaleros del Señor de la Presentación, a sus pies y rendido por el cansancio del día, quedó soñando con un cielo... Celeste y Crema.
José Luis Montero Andrades

6 comentarios:

  1. Una autentica maravilla, sincero y profundo.
    Un abrazo a nuestro hermano vecino.

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  2. A mi me ha parecido un detalle muy bonito, que huye de polémicas estúpidas. Me uno al abrazo!!!
    Javier Vélez

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  3. Quisiera felicitar de todo corazón a José Luis Montero Andrade, efectivamente me di cuenta que era costalero de San Esteban, lo vi. emocionado en el momento que me entrego el clavel y no tuve palabra con que dirigirme a él en ese momento, gracias por ese detalle tan importante, le diste lo que querías guardar con tanto cariño a Jesús en su Presentación al Pueblo, no hay duda que eres un gran vecino y un gran cofrade Sevillano, estas son las cosas que unen a los hombres de buena voluntad y con sentido cristiano, que Dios te bendiga para vernos muchos años delante de Él la noche del Martes Santo, un fuerte abrazo Hermano en Cristo

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  4. que bonito Carlos!! Tienes Que contarnos!!! Viva el barrio de la Pta Carmona!!!
    J.Velez

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  5. No será la primera vez que con mi túnica azul y crema pase por la puerta de San Benito y le pida al Señor de la Presentación buena estación de penitencia y decirle que a la vuelta ya sin la túnica volveré para verle, para ver las últimas chicotás de esa gran cuadrilla que te llevan sobre sus hombros.

    Un abrazo

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