Os remito el Artìculo que ha escrito nuestro Hermano Vicente Botella de Aspe (Alicante). êl es Hermano Mayor y Capataz de la Hermandad del Ecce Hommo de dicha localidad. Gracias por tu colaboraciòn, hermano.
Un pilatero alicantino
Corría el año 2001 cuando, tras conocer la Hermandad de San Benito, a través primero de libros sobre la Semana Santa de Sevilla y después en algunas visitas a la ciudad, dado que allí se estaban realizando los pasos de nuestra hermandad de Aspe, tuve la oportunidad de vivir mi primer Martes Santo en ”La Calzada”.
Tras salir nuestra Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Ecce Homo en su Sagrada Presentación al Pueblo y de María Santísima del Amor y la Misericordia en la tarde-noche del Domingo de Ramos de Aspe, emprendimos el camino de casi seiscientos kilómetros y más de cinco horas hacia Sevilla. Y así, el Martes Santo, por fin tuve la oportunidad de rezar ante el Señor de la Presentación, el Cristo de la Sangre y la Virgen de la Encarnación. Y pude también conocer a Manuel Rodríguez Hidalgo, entonces Hermano Mayor, con quién tengo hoy una gran amistad.
Tras comer en Raimundo y bajo un sol de justicia, nos encontrábamos ya frente a la puerta de la Iglesia de San Benito esperando la salida de la Cofradía. Y llegó por fin el momento del flechazo. Pilato se asomaba por el dintel de la puerta y tras él, de la penumbra de la cancela, salía a la luz la divina imagen del Señor de la Presentación en su paso.
No se puede explicar con palabras lo que sentí, al ver esa imagen tan dulce, con esa mirada llena de humildad, con esa mansedumbre a pesar del dolor, con esa paz que desprende al contemplarle, en medio de tan armonioso grupo escultórico, con esa estampa única de Pilato, que casi se baja del paso mientras señala al Señor.
Qué delicia contemplar ese impresionante misterio moviéndose con una elegancia inigualable, con esos cambios, suaves, los justos, que con suma delicadeza realizan esos cuarenta y cinco ángeles que van debajo del paso, magníficamente guiados por ese gran capataz, pero mejor persona, que es Carlos Morán.
Qué momento tan especial, que ojala nunca hubiese acabado, el del paso dando la vuelta de San Benito a Luis Montoto, ahora sobre los pies, ahora de costero a costero, mientras suena “La Encarnación”. Qué conjunción más maravillosa y es que los sones de esta agrupación musical parecen haber nacido para ir detrás de ese paso, de ese Cristo. Las melodías de marchas como “Presentado a Sevilla”, “Costaleros de Fe”, “A los pies de Sor Ángela” y tantas otras, transmiten exactamente las mismas sensaciones que la contemplación de la divina faz de nuestro Señor.
Tales fueron los sentimientos vividos, que cuando pasó por delante de mi, en su paso de palio, a la Reina de la Encarnación, con ese llanto contenido que le confiere tan singular belleza, ya le estaba diciendo que yo iba a ser uno más de sus hijos de la Hermandad de San Benito.
Así, el Martes Santo siguiente, en 2002, Manuel Rodríguez Hidalgo me recibía como nuevo hermano. Desde entonces, no he vuelto a perderme ni un solo Martes Santo de mi hermandad y espero que Dios me guarde la salud para seguir viajando a Sevilla cada Semana Santa por muchos años.
Y cómo no, en las distintas visitas que he podido realizar a la hermandad, tuve también ocasión de conocer y de hacer amistad con Carlos Morán, a quién siempre estaré enormemente agradecido por sus sabios consejos. Nadie como él nos ha explicado, desde el corazón, lo que de verdad es ser hermanos costaleros. Él, lo mismo que Manolo Rodríguez Hidalgo, han sabido transmitirnos lo que es una hermandad y lo que es ser hermano de la misma.
Yo empecé como capataz de mi paso, en Aspe, de forma completamente autodidacta. Desde 1997 y hasta 2007, lo llevamos a dos hombros, al estilo de Granada. Pero gracias a la generosidad de Carlos, pude adquirir los conocimientos necesarios para en 2008 pasar a llevar el paso a costal. Su aportación ha sido fundamental para dar ese paso con éxito y en Aspe, se le reconoce y se le agradece de todo corazón.
Espero, con el tiempo, poder ir aumentando estas relaciones con vosotros, la gente de mi hermandad, a pesar de los seiscientos kilómetros de distancia.
Vicente Botella Tolmos.