martes, 2 de noviembre de 2021

El Ángel de la Guarda

 


Se escuchan tres golpes secos y entre el murmullo de la gente, se escucha una voz: ¡Callarse que han “llamao”!
Buenas tardes, Carpintero: Necesito material para hacer una igualá.
¿Una igualá?, pregunta el carpintero.
 Pasa, cuéntame éso de la "igualá" y veremos en qué te podemos ayudar.
 Mientras se produce la conversación, un niño juega en un rincón de la carpintería. "Mi hijo", comenta el carpintero, ahí se pasa las horas. Lo mismo lo ves con los brazos en cruz, que con un madero sobre el hombro, pero lleva un tiempo diferente. Ahora siempre lleva la carita cabizbaja, como humillado y triste, con un andar diferente, lo mismo lo ves andando como un viejecito que te hace una cosa con la pierna izquierda. Algo así como echándola hacia delante para con la otra ponerla al lado o ponerla por delante. Lo mejor de todo ésto es cuando viene la gente y todos se arremolinan alrededor de la carpintería para verlo. Cuando el crío echa el izquierdo hacia delante los amigos le gritan "¡Ole!" y él da otro izquierdo y se oye otro "¡Ole!" y otro más y otro ¡ole!... y así hasta que cambia el andar como  si quisiera irse, pero no se va. 
Hay veces que un vecino desde una ventana se arranca por un cante y los amigos se callan, como si molestar no quisieran.
 En medio de la conversación, una niña se acerca. Una niña pequeña que con unas zapatillas de esparto y agarrándolo de la mano le da las gracias. 
"¿A mí, por qué?", pregunta el cliente.
 "No lo sé pero gracias", contesta la niña.  "¿Lleva mucho tiempo el crío así?", pregunta el cliente.
"Ahora hace un año", contesta el carpintero.
Se escucharon tres golpes secos y, entre el murmullo de la gente, se escuchó una voz: "¡Callarse que han “llamao”!" Y al abrir las puertas estabas tú, él que cada Martes Santo se convertirá en nuestro ÁNGEL DE LA GUARDA.

Miguel Ángel Braganza Jiménez

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